jueves, 22 de agosto de 2013

HOMERO ARIDJIS






Cirabel

Llego siempre a tu aposento
con una confusión de bocas
y una zozobra de hombre
a traerte la ofrenda cotidiana
de mis manos huecas
Más o menos
cuando la ceniza de la noche
se derrama sobre tus pupilas
como ante una ciudad inerme
Anudado tu grito de silencio
no me dices nada
y nos contemplamos
como si no existieran nuestros cuerpos

Imagen: Annie Leibovitz, Annie Oakley’s heart target.

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