Hombre
Luchando, cuerpo a
cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo,
estoy clamando
a Dios. Y su
silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el
vacío inerte.
Oh Dios. Si he de
morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a
noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh
Dios. Estoy hablando
solo. Arañando
sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me
la cercenas.
Abro los ojos: me los
sajas vivos.
Sed tengo, y sal se
vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre:
horror a manos llenas.
Ser —y no ser—
eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes
alas de cadenas!
Imagen: Louis Leloir,
La Lutte de Jacob avec l’Ange, 1865.
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